martes, 7 de agosto de 2012

Adiós Ítaca.

Consciente soy de que existen mil y una entradas describiendo fielmente el éxodo de nuestra patria para buscar no sólo una mejor renumeración económica, sino algo que muchos españoles añoramos hoy en día, el reconocimiento.

Sí, me declaro culpable. Soy un más que asiduo usuario de meneame, es más, no sólo he convertido a varios de mis conocidos, sino que he batido a otros muchos usando como arma los sabios comentarios que uno ve en un naranja especial. Se puede decir que he sido absorbido por completo y que sigo fielmente la senda que me marca el elefante.

Volviendo al asunto que nos ataña, recientemente he visto en portada una entrada llamada "Memorias de un expatriado". No voy a entrar en poner en duda el artículo. Describe de manera diáfana la paupérrima situación laboral en España aun cuando es uno los sectores con menos desempleo. Sin embargo, no consigo encontrar el párrafo donde describe en el extranjero la situación contraria.

Dado que la información se ha extraviado, intentaré continuar la saga describiendo fehacientemente las aventuras y desventuras de irse a trabajar al extranjero y desmintiendo también algunas químeras que oigo de aquellos con complejo de Profesor Liendre.

Me considero una persona muy válida y mis seis años de experiencia lo avalan. He estado trabajando durante cinco años en una empresa relativamente grande y muy relacionada con la más que conocida "Big Blue". Tristemente he cumplido ya la treintena, y aunque recuerdo celebrándola en una garito donde la media de edad no rebasaba los 24, hay cosas que después de esa maldita línea imaginaria que socialmente se establece, sabes que pocos trenes te quedan ya por coger.

Respeto todo tipo de opiniones. Desde aquellas que me tachaban de loco y tildaban la ciudad donde vivía como "arquetipo" universal, como aquellas obviamente que me animaban a cambiar de aires y a darle un giro a mi vida. No sólo lo hice, sino que lo llevé a cabo de la manera más ordenada posible y ahora os contaré cómo. Sin embargo, antes me gustaría desmontar ciertos mitos.

Existe la mala costumbre de encumbrar titulares como "En alemania se demandan ingenieros", (ves sin saber alemán o algo de inglés, verás) o tener la mala suerte de que tu madre tenga una vecina que a su vez su cuñado tiene un amigo que está ganando 3000€ en una empresa en Eurolandia. Que sí, que habrá casos incluso que las empresas han pagado los vuelos para traerse a un coquito y con un sueldo de esos que nosotroso llamamos dignos. Sin embargo la plebe (en la que me incluyo) debe acudir a otros medios mucho más, por llamarlo de alguna manera, dramáticos.

"Se puede conseguir trabajo perfectamente por internet", decían, "será divertido", decían. Aquellos individuos que no se han movido en la vida en la sinuosa senda de las entrevistas y demás parafernalia llevada a cabo por los maléficos departamentos de RRHH; creen que con un poquito de tiempo, saldrá de tu impresora y sin moverte de casa un bonito contrato con muchos ceros y que, para más inri, contiene incluso la paga extra de navidad.

Por desgracia, el conocido del cuñado de la vecina de nuestra madre, también hizo una fortuna en el extranjero expatriado por su compañía española. Qué gracia me hace muchas veces la forma en la que estos afortunados cuentan sus experiencias. Actualmente irte con condición de expatriado por tu empresa es una bendición que todavía muchos aún no ven. En esas circunstancias lo único que te falta es la alfombra roja una vez bajado del avión. La adaptación ya es un proceso diferente, todo hay que decirlo.

Una vez quedan desmontados los más famosos mitos que a mi parecer proliferan, mi verdadera realidad es la siguiente. Llegó un momento en mi empresa donde la simbiosis desapareció. Muchos de nosotros somos mercenarios del trabajo. Nuestra recompensa viene en forma de poderoso caballero y desgraciadamente con eso nos suele bastar. En mi caso la motivación se esfumó y por ende, esos nutrientes en forma de conocimientos ya no me eran útiles.

Lo primero y lo más emocionante, todo hay que decirlo, es elegir el país. Admito que es la mejor parte de la decisión. Poco después viene la ciudad. Comienzas a buscar fotos y te ves viviendo allí, paseando por las calles, comprando ropa y usando tu flamante nueva tarjeta del aquel banco que ni siquiera conocías. Cuando tu decisión va tomando forma viene lo más complicado. Tantear las ofertas de trabajo es algo en lo que se necesita altas dosis de optimismo y pesimismo al mismo tiempo.

Necesitas ver el vaso medio lleno porque estás realmente capacitado para realizar las tareas que te indican. Lo necesitas porque te sube la adrenalina al ver que la compañía BestSoftware LTD pide unos requisistos muy parecidos a los que has estado desempeñando durante años. No obstante, el vaso medio vacio es imprescindible... es posible que esos sueldos no sean todavía para ti y aléjate de la página de vuelos porque aún no ha llegado la hora.

Es posible también que te sientas absolutamente políglota porque ves How I met your mother en versión original o que te desenvuelves perfectamente cuando vas un fin de semana a Londres y pides "the bill, please". NO. Ser parte de la vida laboral en otro idioma es uno de las actividades más estresante jamás vista. No entender algo mientras pides el menú, puede desembocar en cantidades ingentes de pepinillo en tu sandwich. Sin embargo, no hacerlo mientras se toman decisiones en una reunión te puede costar mucho más que un sabor amargo.

Adelantando un poco acontecimientos y después de estudiar cuidadosamente la demanda laboral del país elegido, es necesario leer detenidamente todos los trámites necesarios que se requieren para tener los papeles en regla. Bien es cierto que con la libre circulación en Europa no debería ser difícil, sin embargo muchos se sorprenderían de la cantidad de tiempo que he malgastado rellenando formularios. Por poner un ejemplo, en España, tuve que pedir cita y esperar durante un mes a que me dieran un certificado de penales.

Una mis frustraciones fue la carencia de respuestas a muchos de mi envíos solicitando una vacante. Aprendí con ella una valiosa lección. Una de ellas fue el absoluto desastre que es Eures y sus consejeros. Con tan sólo dos días viendo el mercado laboral de cualquier país, sobrepasas con creces sus capacidades, pero esa es otra historia. Y la otra, y la más importante, es la disponibildad. Muchas compañía recalcan en la oferta que se abstengan personas no residentes y lo pude comprobar in situ. Una vez que indiqué en mi CV un teléfono local y les introduje en la carta de presentación que estaba ya establecido en el país, empezaron a llover al fin las llamadas, que no ofertas.

Hago hincapié en este detalle porque necesitas una vivienda donde dormir, un teléfono donde ser contactado y, dependiendo de la ciudad que elijas, es posible que un coche de alquiler con un extra de 9€ al día para contar con el GPS. Para colmo, te das cuenta que el inglés que hablabas tan fluidamente, no parece ser tan fluido y en el caso de no ser la lengua madre de sus habitantes, parece que eso que decían de "todo el mundo habla inglés" no era tan cierto.

Una de las cosas que debes tener presente antes de cruzar fronteras es que tu marcha supondrá una inversión enorme. Se consciente que perder gran parte de tus ahorros es parte del proceso y en muchos casos, algo absolutamente necesario según qué circunstancias, en necesario contar con la ayuda de tus padres. Por supuesto, volverte con una mano delante y otra detrás forma parte de la aventura. No lo olvides.

Cuando hayas atravesado todos los obstáculos con éxito y superar esa sensación de soledad que ni las fiestas Erasmus pueden paliar, llegará el momento que te enfrentes a tu primera entrevista. Después de varios años de experiencia yo también me consideraba 'experto' ¿por qué no? Me puse mis mejores galas y acudí por fin a mi primera entrevista chispas.

Tal y como comenté anteriormente, me consideraba una persona muy válida y con conocimientos muy variados de un sin fin de materias. Fui muy seguro de mí mismo y con una convinción sólida de impresionarles. Aprendí una valiosísima lección. Algo de lo que pecamos muchos españoles es de agrandar el currículum. Estas personas, muy amables ellas, no sólo me preguntaron por cada una de mis habilidades, sino que tuve que pasar por ejercicios prácticos de todas ellas. Digamos que salí de allí con un par de bolígrafos de la compañía, un portafolios muy mono y lo más importante, unas escaleras enormes directas de la nube al suelo.

Reconozco que aprendí mucho de esa entrevista y... de las siete siguientes. En total he visto pasar tres hojas de calendario hasta por fin encontrar un trabajo en el que supieron valorar mis cualidades y por supuesto, pude estar a la altura. Antes de contaros cómo fue el proceso de selección, quiero hacer especial hincapié en la vestimenta de las empresas que he ido visitando.

En el post de marras se hablaba que en España el código de vestimenta era más bien estricto. Particularmente no he sufrido tal imposición. Exceptuando ciertos casos donde trabajaba en el cliente, he sido libre de ir con vaqueros y camiseta e incluso muchas veces con chanclas. Sí que recuerdo que había algunas prohibiciones que alguien con cabales no se le ocurriría llevar encima.

En estos lares me he encontrado de todo. Lugares donde era una norma ir con camisa y lugares donde básicamente no había normas. Una de las muchas entrevistas que realicé, nada más entrar en la empresa, creí que iba a trabajar para una zapatería. El suelo estaba lleno de zapatos de todos los tipos. Desde las vanagloriadas Converse hasta tacones de variadas dimensiones. Cuando alcé la mirada y vi al personal lo entendí todo. ¡La gente iba descalza!

Posteriormente a todas las entrevistas, te sube mucho la adrenalina y sudas optimismo por cada poro. Poco después, según pasas los días ves que la llamada no llega y que ese teléfono tan raruno que te has comprado  por 30€ sólo se ilumina para protestar por la batería... y digo yo, ¿qué clase de ingenieros hacen que se ilumine la pantalla para indicar que la batería se está agotando? Pero eso, amigos, también es otra historia.

Otras de las costumbre que recién fui adquieriendo dadas mis asiduas entrevistas, fue estudiar detenidamente en internet todo lo relacionado al puesto vacante y prepararme al dedillo el encuentro. No me refiero a responder correctamente las respuesta sobre tus expectativas de sueldo, ni a colocar las manos correctamente que denoten seguridad. Hablo en mi caso de memorizar decenas de páginas sobre los correctos procedimientos y de paso darse cuenta que en tu anterior empresas las cosas se hacían endiabladamente mal.

En la empresa en la que actualmente trabajo, ni siquiera se molestaron en conocerme. Recuerdo que me causó una impresión cojonuda el hecho de ver allí, en medio de varios libros y revistas de Linux y un enorme futbolín. Sin embargo nadie me recibió. Tan sólo un tipo que cumplía todos los prototipos de friki y que hablaba exactamente com Martin Price, me dio un pedazo de papel con 25 preguntas a desarrollar y tres largas horas por delante. Cuando lo di por finalizado, se lo dejé a una simpática chica de recepción que lo puso es una pila de folios y me despedí cordialmente. Tan grande era la sensación que tuve de vuelta atrás a mis tiempos de enseñanza, que lo único que pensaba era en el recreo.

No pasaron dos días, sino una semana entera hasta que por fin me llamaron para una entrevista personal. No sabía realmente qué prepararme porque la parte en la que se evaluaba mis conocimientos ya estaba pasada con creces, por lo que me imaginé que querrían hablar sobre mi background y conocer en profundida mis funciones durante mis años de trabajo. Fue por fin entonces cuando me reuní con varios de los managers. Durante dos horas fui conociendo uno a uno a las personas que serían responsables directos de mi trabajo realizándome todo tipo de preguntas.

Una vez finalizada y viendo por fin la luz al final del túnel, me dijo que me iba a recomendar al CEO. Sinceramente no veía el porqué de tal requerimiento extra. Lo único que les faltaba era ponerme un flexo en la cara y decirles con qué frecuencia visitaba el baño. Sin embargo, antes de dar por finalizada la entrevista y por sorpresa, se me hizo un test de lógica en una pizarra que no esperaba y que afortunadamente pasé no sin dificultades... la corbata es el peor invento de la historia. Maldigo a Croacia!

¿La entrevista con el CEO? Al menos fue bastante más breve que la anterior y se limitó a preguntarme cuestiones relacionadas con el trato con la gente ya que aquí, al menos en mi departamento, hay unas doce nacionalidades distintas. Antes de irme ¿sabéis lo que pasó? Simplemente un WTF como una casa. ¡Otro test de lógica! Afortunadamente con corbata todo es diferente.

Ahora sí, ahora me siento capacitado después de seis meses trabajando aquí de apreciar grandes diferencias entre un ambiente laboral en España y en el extranjero. Destaco sobre todo que eres tratado como un verdero profesional. Con ello quiero decir que todo el mundo confía en que sacarás adelante tu trabajo. Recuerdo que llevando unos días aquí, me eché las manos a la cabeza al ver en las pantallas de muchos trabajadores el Facebook abierto y a pantalla completa.

La cultura absurda de permanecer en tu sitio mientras se encuentra tu responsable más directo es una de las que más me alegré de olvidar. Fui presa de ella durante algún periodo, pero esa naturalidad de levantarse porque ya has cumplido tus ocho horas es muy gratificante. Ni decir tiene la flexibilidad que existe respecto a horarios. A partir de las siete de la mañana tienes las puertas abiertas para poder entrar cuando te plazca. Obviamente tu salida dependerá de ella.

Claro está que se espera un mínimo de ti. Cuando atravieses las fronteras tienes que mantener en mente que la picarezca de la que muchos estamos tan orgullosos debe desaparecer. Estas condiciones tan flexibles que facilitan las empresas; los sueldos tan competitivos y el trato tan exquisito a los trabajadores es gracias al bien hacer de los mismos y no a la absurda competición de quién acumula más horas en la oficina o a un sin fin de razones que muchos sabemos que existen en la cultura española a la hora de ser el mejor... o por lo menos aparentarlo.

Y esto, amigos, son las memorias de un expatriado.








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